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sábado, 26 de noviembre de 2011

Defendiendo mis poemas; se les acusa de no ser… Yo sé que existen


Mis poemas son amorfos, les falta un ojo, digo que son míos pero no son; porque nacen solos, y se van como cualquier hijo a buscar su lugar en medio de un libro; de uno que todavía no existe. Me hago llamar poeta, pero si tú no quieres llamarme así, porque no tengo un título en filosofía que me acredite, no me llames así. Eso sí, puedo decirte que a mí, no me hizo poeta una escuela o un hombre me enseño a serlo, yo nací y crecí poeta… Balbuceaba y era poesía para los que me entendían; porque mi madre me amantaba con leche de letras -como la sopa-, porque mi padre me engendro después de leer las estrellas.

Desde entonces hago poemas, y si alguna vez llegas a leer alguno; a ellos si los respetas los llamaras como tal…

Esto podría ser poesía, yo digo que lo es ¿Por qué quien eres tú para decir lo que es y lo que no? Tus formas, tus medidas, alguien se las invento un día; como la moral y la religión. A quienes inventaron reglas ¿quién les dijo que así se hacía poesía? Hacer poesía es como hacer el amor. Que yo sepa no hay escuelas que te enseñen a hacer el amor; es instintivo, empírico… y perdonen mi vulgaridad, pero hasta en el momento del amor hay cambios de posición. ¿Por qué no cambiar la forma de un verso? Yo no lo digo por mí, lo digo por algunos que siguen la métrica, que cuentan las silabas, letra por letra, línea por línea; eso es poesía y no señores poetas; también son matemáticas básicas… Yo no cuento silabas, yo cuento cuentos, vidas.

No digo que sea correcto lo que hago y que me sigan, al contrario aléjense de mis poemas porque son homicidas. Y yo no quiero un rebaño correteando mi sombra. Sólo Yo y Ella, quien quiera que sea Yo, y quien quiera que sea Ella los y nos entendemos… Pero no los crítico-poetas, porque ellos siempre les y nos encontraran un defecto…

Sé que en algún lado siempre tendré una falta de ortografía; al hablar o escribir no hay diferencia conmigo. Repito mucho las conjunciones, la y, o, la o, y, la u, o, la e; la a. A veces las confundo con las vocales. El abecedario es muy extenso, pero puedo presumir que lo sé todo, y que la única letra que desconozco es la X cuando se trata de ecuaciones literarias; el resultado es una parábola extraña que ya esperaba, es un presagio. Y si hago presagios tal vez no soy poeta, soy profeta de lo que nunca ocurrió. Ya te habrás dado cuenta, que no distingo los tiempos, por eso lo que digo que hare, tal vez sea un recuerdo de lo que quise hacer.

Mi metáfora es tan simple que parece un enigma sorprendente, nunca busques un significado alternativo, mi metáfora es literal y a veces no tiene rima o ritmo. Aprendo palabras extrañas al momento de escribir, como aquella que repito mucho: “Mujer” verdad que tengo razón, es una palabra tan extraña que todos quieren lucirse con ella. Hablando de palabras me doy cuenta, que todas las palabras las repito, que mis poemas siempre son los mismos. El de ayer es el de hoy, el de hoy será el de mañana, y el de mañana es el que escribí en mí infancia.

Quien diga que Yo no soy poeta y que no hago poemas, que arroje la primera letra… Pero en su propia hoja, porque está ya se encuentra llena.


Autor: Armando Amador Rodriguez